El plan inicial de 28 puntos negociado por Steve Witkoff y Kirill Dmitriev, dos expertos en diplomacia inmobiliaria, es, por encima de todo, un mal acuerdo. Es un mal acuerdo para Ucrania, para Europa y, también para Estados Unidos; que de haberse aprobado en sus términos originales invitaría a Rusia a atacar de nuevo. Y las consecuencias indeseadas de este mal acuerdo no terminarían ahí. Una victoria de Putin en Ucrania alentaría a China a hacer lo mismo en Taiwán. Escuchen, por favor, a los taiwaneses. Por eso los europeos están tratando desesperadamente de reescribirlo junto con el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y «el fixer in law» Jared Kushner.
Donald Trump impuso un ultimátum al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, para que firmara el acuerdo ayer, jueves 27

La Razón

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