Todos los que dependemos del Estado, como somos los educadores, recibimos nuestros sueldos en bolívares que la nueva e incontenible inflación los ha convertido en una miseria, pues en unos diez meses, hemos perdido el 70 por ciento del valor

Hace unos días, un grupo de niñas de cuatro o cinco años, estaban jugando al supermercado con una caja registradora de juguete, y me sorprendió que los precios de todos los productos que vendían eran en dólares. Me integré al juego y le dije a la niña que manejaba la registradora: “Señora yo quiero comprar un pollo, pero no tengo dólares, sólo tengo bolívares. ¿Me lo puede vender?”. La niña pareció desconcertada, como si no entendiera, y al rato me dijo: “No, no puedo, los bolívares no valen. Tiene que pagarme en dólares”. Niños al fin, otra pequeña,

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