LEER ESTE TEXTO EN CATALÁN
La exconsellera de Emergencias, Salomé Pradas, ha reconstruido en una entrevista en el programa Salvados de la Sexta la tarde del 29 de octubre, la fatídica jornada que dejó 229 muertos en las comarcas valencianas. Ha sido un relato que ha orbitado siempre alrededor de un punto ciego: la falta de comunicación fluida con Carlos Mazón mientras el president permanecía en el restaurante El Ventorro y su misterioso periplo posterior. Aquella ausencia y los minutos en los que no logró localizarlo en plena emergencia se han convertido en el hilo que define su relación política con él y que ahora, tras su dimisión como president y a la luz de la investigación judicial, adquiere una relevancia adicional.
La entrevista no ha ofrecido solo una reconstrucción cronológica; ha expuesto una decepción personal de Pradas con Mazón de fondo: una consellera que se sintió sola en el peor momento de la emergencia y un president que no estuvo localizable cuando más se requería. La mezcla de descoordinación, silencios, decisiones técnicas cuestionadas y explicaciones que llegaron tarde dibuja un escenario frágil para el día más trágico de la historia reciente de la Comunitat Valenciana.
Pradas ha explicado cronológicamente que empezó a tener problemas para contactar con Mazón “antes de las 13 horas”, todavía en plena actividad como president: “Igual estaría en una reunión o estaría haciendo unas declaraciones... y no me lo cogió [el teléfono]”, ha detallado. Tras varios intentos fallidos, la instrucción que recibió fue que trasladara la información a través del jefe de gabinete del president, José Manuel Cuenca. Ese filtro ya adelantaba la dificultad que se iba a encontrar durante las siguientes horas para hablar con el president.
El Ventorro, las llamadas y el silencio
La exconsellera ha detallado que volvió a intentar localizar a Mazón a media tarde, ya en un escenario de complicaciones aceleradas por las lluvias torrenciales. Las llamadas no eran devueltas, según relata, y ella continuó informando del caos creciente, incluida la activación de la UME. La respuesta del president, cuando finalmente entró una comunicación, fue únicamente “que le siguiera informando”.
Pero el momento más crítico llegó con el aviso sobre el riesgo en la presa de Forata, un riesgo que podía amenazar con una inundación que ponía en peligro a 80.000 personas. Cuando intentó contactar de nuevo, Mazón no respondió. La llamada se la devolvió casi diez minutos después, un lapso que Pradas describe como el más difícil de la tarde. En ese punto, subraya que no percibió en el president una reacción acorde con la gravedad. A la pregunta de Gonzo sobre si lo notó preocupado, contesta: “No”.

La llamada definitiva
Salomé Pradas ha explicado que, tras el vacío de comunicación con Mazón a partir de las 19.10, la llamada definitiva se produjo a las 19.43. En esta, le informó de la situación y de que se iba a enviar el Es-Alert. Mazón todavía no le dice que va al Cecopi, pero la exconsellera asegura: “Yo creo que se activa ahí, porque después hay llamadas a personal de su gabinete y de protocolo”.
En este contexto, Pradas afirma que el Es-Alert no tarda en enviarse porque tuviera que enviarse a Mazón, sino que el mensaje tuvo el proceso que debía tener. “Al señor Mazón no lo esperé para nada, ni esperé instrucción alguna de él. Era absurdo, si no me cogía las llamadas, ¿cómo íbamos a estar allí esperando a una persona que ni siquiera en esos momentos sabíamos si iba a venir?”.
Con todo, la exconsellera ha apuntado que a las 20.10 le llama para decirle que iba al Cecopi -a las 20.11 se lanzó el ES-Alert-, y cuando ya estaba en el coche, a las 20.18 le preguntó a qué edificio iba, y se lo explicó.
Los golpes más duros
A lo largo de la entrevista, Pradas ha desgranado lo que supo días e incluso meses después: que el president estaba en El Ventorro, con quién estaba, en qué tiempos iba transcurriendo, incluido el paseo —según ambos comensales— al párking donde estaba el coche de la periodista. Así, la exconsellera ha explicado que no fue hasta días después que se enteró de que la comida era con Maribel Vilaplana y que se enteró “como todos los valencianos, el 8 de noviembre” , según le informó una persona de su equipo, y que le sorprendió: “No podía creérmelo”.
En estas referencias externas también ha recordado el tono con el que el alcalde de Cullera, Jordi Mayor, explica que se le dirigió el president, una llamada que le hizo tras comunicarle Pradas el peligro de desborde de la presa de Forata, que precisamente surte al río Xúquer, que desemboca en esta localidad. Pradas ha manifestado: “No voy a decir que mienta, pero a mí me cuesta creer que casi le hablara como de compadreo. Quizás es que no quiero creerlo. Es diferente ”.
Pero el peor golpe, según la propia Pradas, fue oír cuando Mazón declaró en la Comisión de Investigación del Congreso que quizá no respondió a las llamadas porque “no las oiría cuando caminaba” y tenía “el móvil en la mochila” . “Me generó gran dolor, pensé inmediatamente en las víctimas, porque fue el peor momento de la tarde. Yo quería informarle sobre todo por la presa de Forata y por la decisión de lanzar el Es-Alert, no le quería pedir ni opinión ni valoración, nada paró el Es-Alert por parte del señor Mazón, porque yo ni pude informarle de que se estaba debatiendo ni cuando ya se había decidido, porque no me cogía el teléfono”.

Después de la tragedia, el vacío a la consellera
Pradas, los días después de la dana, ha reconocido que se veía venir que iba a ser cesada por la actitud del president, que le rehuía mientras que ella le decía que quería hablar con él. Cuando finalmente se reunieron le comunicó que iba a hacer una remodelación del Consell y que ella tenía que salir . “Yo le dije que creía que él estaba siendo injusto conmigo, que me estaba señalando, que me estaba culpabilizando cuando justo yo sí había estado desde el principio donde debía de estar”. “Quería trasladarle que con ese cese se estaba buscando una cabeza de turco que pagara o tapara cualquier cosa que él pudiera pensar que se debía tapar, y que me extrañaba cuando él mismo había defendido la actuación de la Generalitat Valenciana”, ha lamentado.
No obstante la exconsellera ha asegurado que a posteriori le han dicho que Mazón se arrepintió de haberla cesado, y que la cesión tanto de Pradas como de Emilio Argüeso fue una decisión “por mero interés político”.
Hacia el final de la entrevista, cuando Gonzo le ha preguntado sobre los errores personales, Pradas ha respondido sobre el suyo: “El mayor error fue no haberle dicho al señor Mazón que viniera inmediatamente”; a continuación, ha señalado el que atribuye al president: “El mayor error del señor Mazón fue no estar allí”.
Y ha completado la reflexión con la frase que la compromete políticamente y que, en su opinión, resume el fallo estructural de aquella tarde: “Habría sido necesario que el máximo representante de la Generalitat hubiera estado en el Cecopi”.
Otros señalados: de los técnicos a los responsables estatales
En un plano secundario, pero no menor, Pradas también ha apuntado en Salvados a fallos técnicos que, según su testimonio, agravaron la situación. Asegura que el jefe operativo del Consorcio de Bomberos, José Miguel Basset, mostró oposición al contenido del Es-Alert por su posible “efecto estampida” y que esa discrepancia contribuyó a retrasar el envío del aviso.
Según su relato, los bomberos manejaban datos propios sobre caudales que tampoco llegaron al Cecopi en tiempo real, algo que considera determinante y que deberá aclararse en sede judicial. También ha apuntado al jefe de Emergencias, Jorge Suárez, al sostener que será él quien deba explicar por qué no llegaron al Cecopi las llamadas del 112 durante ese tramo crítico de la jornada.
Pradas no ha olvidado dar su versión sobre las responsabilidades del Gobierno. Ha censurado a los organismos estatales, Aemet (Agencia Estatal de Meteorología) y CHJ (Confederación Hidrográfica del Júcar), a quienes ha acusado de que, “teniendo en tiempo real la información de los caudales, no la trasladaron”. También ha señalado al presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Miguel Polo, de “titubear” en los momentos de la crecida del Poyo, lo que provocó la polémica frase “no me apetece llamarle”, conocida en un vídeo del Cecopi.
Además, ha reprochado al Ejecutivo central que los recursos llegaran “en cuentagotas” y ha lamentado que no se declarara la emergencia nacional pese a la gravedad excepcional de la catástrofe.

ElDiario.es
ElDiario.es Politica
ALERTA El Diario de Cantabria
CLM24 Deporte
Noticias de España
La Sexta España
El Diario Montañes
Diario de Avisos
The Christian Post