En un gobierno en que no hay semana sin escándalos, dos son los peores de todos: el asalto orquestado desde Casa de Nariño a la UNGRD, cuyos fondos se usaron para comprar congresistas, y las alianzas de generales y miembros de la Dirección Nacional de Inteligencia con grupos criminales.
El primero, ya “viejo”, trajo esta semana la imputación de cargos contra los exministros de Interior y Hacienda, Velasco y Bonilla. Imputación tardía, porque las pruebas las tiene la Fiscalía hace más de año y medio, y obligada, porque la Suprema le trasladó las evidencias que ella sí recogió. La Fiscal de bolsillo de Petro se quedó sin opción de seguir haciéndose la de la vista gorda, como cuando facilitó la fuga de Carlos Ramón González. Pero no es previsible que el ente acusador cumpla con la tarea de n

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