La protesta del Partido Popular este domingo en Madrid ha sido algo más que una manifestación: ha sido un termómetro social del hartazgo ante una legislatura erosionada por los escándalos, la corrupción y el descrédito institucional. Mientras miles de ciudadanos coreaban "¡Basta ya!" al pie del Templo de Debod, la Audiencia Nacional y la Guardia Civil continuaban cercando a los entornos más directos del presidente Pedro Sánchez. El deterioro político alcanza ya los cimientos del PSOE, con José Luis Ábalos en prisión , Santos Cerdán imputado y Mariano Moreno Pavón acorralado por una investigación que amenaza con desmontar toda una década de fontanería interna.
Una manifestación sin siglas, pero con memoria
Convocada por el PP bajo el lema "Efectivamente: ¿Mafia o democracia?" , la movilización congregó a miles de personas en una protesta que trascendió los colores partidistas . No hubo logotipos de partido, pero sí banderas de España, pancartas exigiendo "separación de poderes" y carteles con el mensaje más repetido en los últimos meses: "Dimisión ya". Alberto Núñez Feijóo, arropado por José María Aznar, Mariano Rajoy e Isabel Díaz Ayuso, lanzó una advertencia clara: "El Gobierno está llamando a los ciudadanos a protestar contra los jueces; yo les convoco a hacerlo contra los corruptos" .
El acto ha sido interpretado como un toque de atención no solo al PSOE, sino también a sus socios parlamentarios Junts y PNV . Feijóo señaló directamente a los nacionalistas por sostener un Gobierno al que calificó como "el más descompuesto de la democracia". La mocion de censura sigue sobre la mesa, pero no prosperará sin el apoyo de formaciones que, de momento, siguen mirando hacia otro lado.
Ábalos, Pavón y el hundimiento de la estructura interna del PSOE
El encarcelamiento de José Luis Ábalos ha supuesto una ruptura definitiva en el relato oficial del PSOE. Su propio hijo, Víctor Ábalos, ha roto su silencio y ha denunciado una "operación interna de destrucción" ideada por el clan de Navalcarnero y ejecutada por la dirección del partido, con Santos Cerdán y Adriana Lastra entre los nombres implicados. Ábalos hijo sostiene que su padre fue cesado tras una "fiesta trampa" organizada en 2020, donde se le acusó sin pruebas tangibles, y revela que Sánchez dormía habitualmente en su casa durante las campañas .
La otra pieza clave en este entramado es Mariano Moreno Pavón , exgerente del PSOE y actual presidente de Enusa, empresa estatal que gestiona combustible nuclear. Pavón, que percibe 245.000 euros anuales sin experiencia técnica , se encuentra "visiblemente alterado" tras recibir un requerimiento de la Audiencia Nacional que lo coloca en el centro del caso de los sobres en metálico . Fuentes internas describen escenas de pánico en su despacho y un comportamiento hermético desde que se conocieron las diligencias judiciales que podrían implicarlo directamente en un sistema paralelo de pagos .
Cerdán: del partido a la cárcel y vuelta
La trayectoria de Santos Cerdán , reelegido como secretario de Organización del PSOE en el Congreso de Sevilla pese a su vínculo directo con Koldo García y Ábalos, es otra muestra de cómo la confianza personal de Pedro Sánchez ha sido su mayor debilidad. Cerdán era considerado "una de las personas más austeras" del partido, pero las investigaciones de la UCO lo señalan como pieza directiva de la trama de comisiones en contrataciones públicas. Su dimisión en junio no evitó el ingreso en prisión, aunque ha sido excarcelado recientemente. Fuentes próximas a Sánchez reconocen que su confianza ciega en Cerdán fue "una traición personal de brutalidad tremenda".
El relato de una crisis institucional continua
Los casos Ábalos, Pavón y Cerdán no son hechos aislados. Reflejan una crisis de modelo en el PSOE , donde los equilibrios de poder, los nombramientos a dedo y el culto al líder han sustituido a los méritos y la transparencia. La politización de las instituciones , la ausencia de control interno y el desprecio al poder judicial por parte del Ejecutivo han generado un clima de excepcionalidad democrática que ya no pasa desapercibido.
El propio Feijóo lo advirtió en la manifestación: " No es una cuestión de partidos, es una cuestión de decencia" . El deterioro de la gobernabilidad no se mide ya solo en votos, sino en confianza institucional , y esa se ha visto quebrada. Lo que ocurra en las próximas semanas en los tribunales y en la calle definirá si España retoma la senda del Estado de derecho o se instala definitivamente en la excepcionalidad.
¿Elecciones o erosión?
El cerco judicial al PSOE y la presión cívica creciente no bastan por sí solos para provocar un cambio de Gobierno. Pero evidencian una realidad inédita: una estructura de poder descompuesta , mantenida a flote solo por los pactos de conveniencia y la inercia institucional. Si Junts o el PNV no actúan, la legislatura continuará su curso, aunque bajo una sombra cada vez más alargada de ilegitimidad moral. España necesita recuperar la confianza, la ley y la dignidad en sus instituciones . El tiempo para ello se agota.

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