El Real Madrid vive un momento incómodo. Un tramo gris. Un periodo donde nada sale como debería. Los empates se han convertido en rutina. El juego no fluye. Y el liderazgo en LaLiga se ha evaporado sin que el equipo ofreciera resistencia. La sensación es clara: el conjunto de Xabi Alonso ha perdido fuerza, intensidad y brújula. El equipo se atasca. Se bloquea. No reacciona. Y cada partido se parece demasiado al anterior.

La falta de claridad preocupa. No solo al entrenador. También al vestuario. Hay dudas. Hay miradas incómodas. Hay un mensaje que se repite: el plan se rompe demasiado rápido. Los rivales lo saben. Esperan el error. Lo encuentran. Y castigan. El Madrid se muestra frágil. Irregular. Sin instinto ni orden. En ciertos tramos, incluso irreconocible.

Alexander-Arnold

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