Cuando el invierno llega y el aire exterior se enfría, muchos hemos observado cómo cada exhalación genera una pequeña nube blanca: el conocido “vaho al respirar” . Este fenómeno, aunque cotidiano, obedece a una explicación física muy concreta: la transformación de vapor de agua en gotitas visibles mediante condensación.

El aire que expulsamos de nuestros pulmones es cálido y saturado de vapor de agua , a una temperatura cercana a la del cuerpo. Al salir al exterior, ese aire caliente y húmedo se encuentra con un ambiente mucho más frío —y a menudo más seco—. En ese instante, la diferencia de temperatura provoca una pérdida rápida de energía térmica en el aire exhalado. Cuando la humedad supera lo que el aire frío puede retener —es decir, cuando se alcanza el llamado punto de rocío (de

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