Entre agosto y octubre, el nombre de Sergio Bolaños Sarmiento marcó el mapa criminal del país: sobrevivió a una explosión en Trujillo, escapó de balas y amenazas, y terminó cayendo ejecutado en una de las avenidas más transitadas de Lima. Lo que empezó como un ataque letal contra una casa familiar —encadenado a mensajes extorsivos y una disputa mafiosa transnacional— culminó meses después con su muerte a plena luz del día.

Las autoridades han registrado a lo largo de este tiempo un vínculo directo entre los episodios de violencia que cercaron al empresario y la intensificación del pulso entre Los Pulpos , La Jauría y la disidencia denominada Los Pepes . Detrás de los ataques se revelan viejos rencores, acusaciones cruzadas y la ambición por el control de circuitos de extorsión

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