El destino es una broma. Pensemos en Woody Allen, cuyo cumpleaños 90 pasó muy desapercibido en el mundo del entretenimiento. Nacido en Nueva York, con el nombre de Allan Stewart Konigsberg, es el artífice de una obra cinematográfica que recibió aplausos y premios en las décadas de los setenta, ochenta y parte de los noventa. Algunas de sus películas figuran con justicia en las listas de las mejores del siglo XX. Sin embargo, su figura fue eclipsada casi por completo por los escándalos familiares que incluyen un matrimonio con una hija adoptiva suya -su actual esposa- y las denuncias de violencia sexual hecha por otra hija adoptiva, descartadas por la justicia de los Estados Unidos.

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Aunque parezca contradictorio, el cine de Allen calza perfecto pa

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