La salida de Rubén Botta, cuyo contrato con Talleres vence el 31 de diciembre de 2025 y no será renovado, marca el cierre de un capítulo que excede a lo estrictamente futbolístico. A sus 35 años, el sanjuanino se despide como “el 10” que la dirigencia eligió para sostener una decisión política y deportiva: que la “T” tuviera un conductor definido, un eje creativo prioritario, tal como había sucedido antes con Rodrigo Garro, transferido al Corinthians en el punto más alto de su rendimiento.

Botta llegó para reemplazar ese vacío y en su primer año cumplió con creces. Sobre todo en el primer semestre, con el Talleres de Walter Ribonetto, fue figura en un equipo que se mantuvo líder en la Liga Profesional, avanzaba con solidez en la Copa Argentina y competía de igual a igual en la Copa Libert

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