Rafael Belaunde todavía recuerda la hora exacta. “Salí muy temprano, como un cuarto para las 5:00 a.m.”, contó en la conferencia de prensa donde reveló cómo vivió —y cómo repelió— el atentado que casi le cuesta la vida en Cerro Azul, Cañete . A esa hora, con sueño ligero y la rutina conocida, abasteció su arma y subió a su camioneta rumbo a unos terrenos de su propiedad.

Hacía pocos días había estado en el polígono y por eso llevaba pocas balas. Apenas siete u ocho, según él mismo precisó. Era algo que recién dimensionaría cuando la amenaza dejó de ser abstracta y se convirtió en ráfagas. “Disparé todas”, dijo.

De pronto, el silencio del camino rural fue roto por los tiros. Belaunde escuchó entre siete y nueve disparos dirigidos a su vehículo. Tres atravesaron el parabrisas y uno

See Full Page