Lo que ha estallado recientemente en el certamen Miss Universo organizado en Tailandia enfocó nuevamente la lupa hacia la estructura corrupta que se activa e interviene en un certamen de belleza para sacar provecho político y económico.

Se trata de un evento internacional que resulta en la coartada perfecta. Una competencia entre las mujeres más bellas que representan a los países del mundo donde, además de apelar al sentimiento nacional, les sirve como activador de la compleja y millonaria industria de decenas de productos.

Este escándalo en el Miss Universo a partir del triunfo de la representante mexicana Fátima Bosch dejó en evidencia el modus operandi que usualmente opera en estos certámenes, ahora en inmensa dimensión.

En esta última edición de Miss Universo, el asunto de

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