Hoy se cumplen 50 años del fallecimiento de Hannah Arendt , quizá la pensadora más popular de la reflexión política contemporánea. Paradójicamente, la autora insistió en enfocar la natalidad –más que la mortalidad– como el acontecimiento decisivo para los sujetos que se interesan por la política, trascendiendo así el conjunto de necesidades personales e inquietudes privadas impuesto por el espacio doméstico. Sin embargo, su muerte permite hacer balance de sus enseñanzas a quienes seguimos leyéndola en busca de respuestas para algunas de las ansiedades de un siglo XXI atribulado por la extensión de la polarización social, las nuevas formas de autoritarismo y el deterioro de las instituciones democráticas.

Siguiendo unas líneas de Montesquieu en «El espíritu de las leyes», Arendt advierte

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