El gesto intentado esta semana por Pedro Sánchez para restaurar el diálogo, asumiendo el incumplimiento de varios de sus acuerdos de investidura, es un ejercicio de voluntad política de difícil recorrido. En primer lugar, porque la dificultad de satisfacer todas las demandas planteadas no reside únicamente en su gestión directa. Asuntos fundamentales para Junts, como la amnistía o una revisión sustancial del modelo de financiación autonómica, dependen en su mayor parte del apoyo parlamentario que no está garantizado -y no solo por parte del partido de Carles Puigdemont- y de decisiones judiciales. Pero tampoco el portazo de Junts implica necesariamente la ruptura definitiva. Miriam Nogueras, dentro de la presión y malestar que mostraba ayer mismo, también dejaba un resquicio a restaurar un
Más allá de gestos y portazos
Deia2 hrs ago
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