Déjenme que les cuente una historia, que es muy corta, ya verán. Si en Francia tuvieron un rey sol, aquí tuvimos un rey planeta. 'Planeta', no por la editorial que editó sus memorias -hablamos de hace cuatrocientos años- sino por razones poco precisas. Se dice que porque el tamaño de su imperio era tan enorme que parecía planetario, bien es verdad que él fue un monarca de cercanías, nada viajero.

Tenía otros dos apelativos: uno para burlarse, rey pasmado, y otro para darle coba: Felipe el Grande. Felipe era Felipe IV, penúltimo de los Austrias y padre del pobrecillo Carlos. Bajo su muy longevo reinado España no paró de perder teritorrios. Así que Francisco de Quevedo, al que Felipe sobrevivió diez años, no pudo resistir la tentación de hacer una de sus bromas corrosivas. Un día que alguie

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