Hay sitios que funcionan como un interruptor interno. Lugares capaces de bajar revoluciones en cuanto uno los pisa. El Parque Natural de Redes es uno de esos rincones privilegiados.
Declarado Reserva de la Biosfera, este mosaico de montañas, hayedos, pastos de altura y aldeas mínimas vive un momento especialmente bello ahora, a finales de otoño y con los primeros avisos del invierno tocando tierra. Las cimas se cubren de nieve fresca, la luz baja aviva los colores del bosque y los valles se quedan en un silencio casi total. Por eso, poder pasar dos días conociendo ese paisaje, caminando sin prisa y sin preocupaciones, es una forma sencilla pero muy poderosa de resetear el cuerpo y el alma.
De este reseteo, de ese efecto casi terapéutico que el Parque Natural de Redes ejerce sobre el or

El Comercio

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