En marzo del 2018, el exespía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia fueron hallados inconscientes en una calle de la localidad inglesa de Salisbury. Habían sido envenenados con un agente tóxico llamado Novichok. Ambos sobrevivieron, pero otra persona no tuvo tanta suerte: Dawn Sturgess, una mujer británica de 44 años, murió cuatro meses después de aquel incidente tras entrar en contacto con el veneno por casualidad. Sturgess se roció con un frasco de perfume que había encontrado su pareja y que contenía dosis considerables de Novichok. Era el frasco que se había empleado para introducir el veneno en el país.
Hoy, una investigación pública en el Reino Unido ha concluido que Vladímir Putin ordenó el ataque contra Skripal, y que por tanto es “moralmente responsable” de la muerte de Sturguess,

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