Imagina estar sentado en una butaca y, de repente, ver cómo una ballena azul de 30 metros nada a escasos centímetros sobre tu cabeza. El Oceanogràfic de Valencia acaba de estrenar Inmersión , una experiencia de realidad mixta que rompe todas las barreras entre lo real y lo virtual, permitiendo a los visitantes nadar junto a ballenas y otras especies marinas sin mojarse ni salir del auditorio . Es la primera vez en el mundo que un acuario transforma su espacio físico en un océano digital a esta escala.

El proyecto ha convertido el Auditorio Mar Rojo en un escenario donde la tecnología y la naturaleza convergen de forma extraordinaria . Con unas gafas Meta Quest 3, el público ya no es un simple espectador y se convierte en protagonista de una travesía submarina.

Este viaje virtual comienza con la rotura simbólica del gran acuario del Oceanogràfic , elevando el nivel del agua hasta inundar completamente la sala y generar la sensación de estar sumergido en el océano más profundo.

Un viaje emocional guiado

La experiencia está guiada por dos personajes digitales que acompañan a los visitantes en cada etapa del recorrido: Change, la anfitriona que narra la importancia de los océanos, y Napoleón, un pez que se convierte en el compañero de viaje perfecto. Juntos conducen al público a través de tres ecosistemas distintos, cada uno con su propia historia y sus propias emociones.

Oceanogràfic.

El primer destino es el propio Mar Rojo, donde los arrecifes de coral brillan con colores imposibles y pequeños peces tropicales danzan alrededor de los espectadores. Aquí, Change y Napoleón explican cómo el calentamiento global está afectando a estos ecosistemas tan frágiles , pero lo hacen de una manera que conmueve sin angustiar.

Encuentro con gigantes marinos

Desde el Mar Rojo, la aventura continúa hacia el Caribe, y es en este momento cuando ocurre la magia. Ballenas jorobadas aparecen nadando majestuosamente entre las butacas del auditorio del Oceanográfic , tan grandes y tan cercanas que casi se puede sentir el movimiento del agua a su paso. Una ballena azul, el animal más grande que ha existido en el planeta, nada delante de los espectadores mostrando su imponente tamaño real.

Los tiburones blancos también hacen su aparición, deslizándose con elegancia y recordando que no son los monstruos que las películas nos han vendido, sino criaturas fascinantes que merecen respeto y protección . Es imposible no sentir un nudo en la garganta al ver a estos animales tan de cerca, sabiendo que muchos de ellos están en peligro de extinción.

Inmersión Oceanogràfic

El frío de los polos sin congelarse

La última parada del viaje lleva a los visitantes hacia las regiones polares, donde el hielo flota y las especies adaptadas al frío extremo muestran su increíble capacidad de supervivencia . Esta parte de la experiencia es especialmente emotiva, ya que muestra de manera visual cómo el cambio climático está transformando estos entornos únicos.

«Con Inmersión  buscamos sorprender y que el público lo viva, que entre en la historia», explica Marta Calabuig, del equipo directivo del Oceanogràfic de Valencia. Y vaya si lo consiguen: la tecnología desarrollada por Spatial Voyagers logra que el espectador olvide que está en un auditorio y sienta que realmente está nadando en el océano.

Realidad aumentada Oceanogràfic

Tecnología que emociona

Lo verdaderamente revolucionario de esta propuesta del Oceanogràfic, con animales tan grandes como las ballenas, no es sólo la tecnología Meta Quest 3 o las proyecciones de última generación, sino cómo todo esto se pone al servicio de una narrativa que conecta emocionalmente con el visitante .

Edgar Martin-Blas, CEO de Spatial Voyagers, lo resume perfectamente confesando que «hemos creado diferentes ecosistemas acuáticos donde podemos ver por primera vez ballenas a tamaño real nadando sobre las butacas a escasos metros o viajar a las profundidades del Polo Norte sin pasar frío».

El centro da así un salto hacia el futuro , demostrando que la realidad mixta puede ser una herramienta poderosa para la conservación marina . Porque después de nadar virtualmente junto a ballenas en el Oceanogràfic y ver de cerca la belleza y fragilidad de los océanos, es imposible no querer protegerlos .