José Castro/Sol Yucatán

La madrugada que rompió la paz de Izamal dejó algo más que dolor : dejó expuesta una herida social que ya no puede maquillarse con discursos optimistas ni publicaciones color pastel en redes sociales. La ciudad amaneció con la noticia más devastadora posible: una niña de 12 años, presuntamente abusada y asesinada por el hombre que debía protegerla. Un feminicidio que estremeció a todo un pueblo que se pregunta cómo es que nadie vio, cómo es que nadie intervino, cómo es que la autoridad municipal no reaccionó.

En medio de esta tragedia, la alcaldesa Melissa Puga siguió publicando en redes sociales sobre un “Izamal que avanza”. Avanza, según sus videos. Avanza, según sus filtros. Avanza, según su narrativa cuidadosamente editada. Pero en la realidad, esa que no

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