En viene el loVox” se ha convertido en una advertencia recurrente, casi automática, dentro del debate político español. Cada cierto tiempo, cuando un partido necesita agitar a los suyos o desviar el foco de algún asunto incómodo, alguien pulsa el botón del miedo y reaparece el aviso solemne de que VOX está a punto de arrasar. Es un recurso eficaz, aunque previsible, porque permite movilizar emociones sin entrar en explicaciones detalladas. Sin embargo, este mensaje pierde fuerza cuando se recuerda que el supuesto lobo lleva años en el Parlamento y forma parte estable del escenario político. No estamos ante una irrupción inesperada, sino ante un actor asentado que refleja un malestar social real.

El uso constante de esta alarma facilita una política de trazo grueso, donde la complejidad qu

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