En muchas casas y parques hay parejas caninas que se buscan, se persiguen, se acicalan y se tumban juntas como si fueran inseparables. Para quien convive con perros, la idea de que algunos animales establecen lazos especiales, más allá de la mera tolerancia, resulta intuitiva. Pero en la ciencia de la conducta animal las cosas suelen mirarse con lupa: ¿es amistad lo que vemos, o solo coincidencia de intereses y hábitos comunes?

En los últimos años ha aumentado la atención sobre estas relaciones. Desde relatos conmovedores hasta observaciones sistemáticas en guarderías caninas, la pregunta ha pasado de anécdota a hipótesis investigable. Al mismo tiempo, comparaciones con los parientes salvajes del perro, como los lobos, invitan a cautela, ya que las estructuras sociales varían mucho entre

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