Arica, la ciudad más al norte de Chile, enfrenta un creciente clima de inseguridad. La llegada de migrantes indocumentados ha alterado la vida cotidiana de sus 250,000 habitantes. Paloma Cortés, una vendedora de maquillaje de 27 años, expresa su preocupación: "Antes tú podías ir hasta la playa en la noche y devolverte caminando. Ahora ya no". La inseguridad y la migración irregular son temas centrales en el balotaje presidencial del 14 de diciembre, donde los candidatos Jeannette Jara y José Antonio Kast discuten sus propuestas sobre el tema.
Desde 2020, Arica ha visto un aumento significativo en la llegada de migrantes, principalmente venezolanos. Según el Servicio de Migraciones, el número de indocumentados pasó de 200 en 2018 a 5,000 en 2023. Este incremento ha contribuido a un aumento alarmante en la criminalidad. En 2019, la tasa de homicidios era de 5.7 por cada 100,000 habitantes, mientras que en 2022 se disparó a 17.5, casi el triple del promedio nacional.
La situación se ha visto agravada por la presencia del Tren de Aragua, una banda venezolana que ha establecido su base de operaciones en Arica. Cortés señala que "antes te asaltaban y te quitaban tus cosas. Ahora te pegan, te apuñalan, te mandan al hospital". En 2022, las autoridades desmantelaron la cúpula de esta organización, encontrando un centro de torturas y restos de tres cadáveres en el cerro Chuño. A pesar de que el índice de homicidios cayó a 9.9 el año pasado, sigue superando el promedio nacional de 6.6.
En el contexto político, la ciudad ha virado hacia la derecha. En la primera vuelta de las elecciones presidenciales, los candidatos de la derecha obtuvieron tres cuartas partes de los votos. Kast, el candidato ultraderechista, promete deportar a los 337,000 indocumentados en Chile y construir una zanja en la frontera.
Sin embargo, no todos ven a los migrantes como una amenaza. Fermín Burgos, un profesor jubilado de 75 años, sostiene que "la inseguridad no tiene que ver con la inmigración, sino con la bondad o la maldad de las personas". Muchos migrantes han encontrado trabajo en el sector servicios, y su contribución es valorada. Claudia Villegas, directora de salud municipal, destaca que un 5.8% de los médicos en Chile son migrantes, lo que es crucial en áreas con escasez de profesionales.
La venezolana Fernair Rondo, que vive en Chile desde hace siete años, lamenta la creciente xenofobia: "Antes era más seguro, pero por unos pagan todos y nos etiquetan a todos los venezolanos de malos". A pesar de los desafíos, muchos migrantes continúan integrándose en la sociedad chilena, contribuyendo a la economía y a la comunidad local.

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