Por Sergio Grosjean

En 1965, la Ermita de Santa Isabel vivió una de las intervenciones más significativas de su historia reciente , gracias al entonces alcalde Agustín Martínez de Arredondo . Hasta ese momento, el entorno de la Ermita se encontraba en un estado deplorable: un sitio oscuro, anegado, polvoriento y derruido, prácticamente convertido en muladar y refugio de malvivientes, además de paso frecuente hacia la antigua zona de tolerancia.

A pesar de su valor histórico, el abandono de sucesivas autoridades había sepultado bajo mugre y olvido uno de los espacios coloniales más representativos de la ciudad .

Es por ello que el Ayuntamiento emprendió entonces una rehabilitación total con un claro objetivo : canalizar el turismo hacia los principales puntos históricos y rescata

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