Durante décadas, la jubilación fue idealizada como el premio dorado al final de una larga trayectoria laboral: ese momento esperado con expectativa no es tan como lo pintan. Esta narrativa optimista que domina el imaginario colectivo contrasta cada vez más con una realidad compleja que miles de personas enfrentan cuando cruzan ese umbral.

La transición del mundo laboral a la inactividad profesional representa uno de los cambios vitales más significativos en la vida adulta, comparable, según expertos, en impacto psicológico a la pérdida de un ser querido o un divorcio.

Los especialistas en salud mental y gerontología advierten que la jubilación no es simplemente dejar de trabajar, sino reinventar la identidad personal construida durante treinta o cuarenta años alrededor de una profesión.

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