La botadura del Khabarovsk , el nuevo y ultrasilencioso submarino ruso capaz de desplegar torpedos nucleares Poseidon , ha reactivado un temor que llevaba décadas latente en ciudades como Londres: la posibilidad de que el equilibrio naval del Atlántico se esté inclinando de nuevo a favor de Moscú.

La respuesta de Reino Unido ha sido contundente, y se llama Atlantic Bastion.

La guerra submarina. Aunque la imagen pública de la amenaza rusa suele girar en torno a buques de investigación como el Yantar , sospechoso de mapear y potencialmente manipular cables y tuberías submarinas, los especialistas europeos saben que lo verdaderamente inquietante está mucho más abajo.

Rusia ha invertido décadas en reducir la firma acústica de sus submarinos hasta niveles que rozan la invisibilidad

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