Blair Cobbs tenía 14 años cuando empujó la puerta de la mansión donde vivía en Beverly Hills y encontró sólo las sombras de una vida que ya no existía. El silencio le pareció más filoso que los cristales rotos. La casa estaba abierta y casi todos los muebles fuera de lugar. Ropa sobre las escaleras. Papeles por el suelo. Cajones volteados. En la alfombra, las huellas de las botas que habían provocado el caos. El escudo del SWAT lo tenía marcado en la mente cuando caminó hacia la sala y entendió que su padre no iba a regresar esa noche ni las siguientes.

Volví de la escuela y no había nadie”, recordó Cobbs en una entrevista con The New York Times. “Todo estaba revuelto. No entendía nada”.

Unos días antes nadie imaginaba ese colapso. Eugene Cobbs, su padre , había levantado vuelo desde

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