En Chile, armar un partido se volvió, por años, casi tan fácil como crear una escuadra en Free Fire : te juntas con algunos amigos, eliges un nombre rimbombante y entras al mapa aunque no tengas estrategia. Así funcionaron muchas “pymes políticas”: sin votos, sin territorio y sin proyecto… pero con financiamiento público asegurado. Un modelo tan rentable como cuestionable.
La reforma que avanza en el Senado busca, por fin, cortar ese loop infinito: escritura pública que condene la violencia, financiamiento sólo para quienes elijan al menos un parlamentario y representatividad mínima en 8 regiones. Algo así como pasar de “modo casual” a campaña real. El ministro Elizalde fue directo: se acabó el "incentivo perverso".
Las regiones conocen bien el daño: partidos creados al vapor qu

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