Canarias se ha consolidado como uno de los territorios vitivinícolas más singulares del planeta. Su aislamiento natural, la influencia volcánica y siglos de tradición agrícola han permitido que el archipiélago conserve más de 80 variedades de uva , muchas de ellas endémicas y libres de la plaga de la filoxera que devastó los viñedos de Europa en el siglo XIX.
Estas características han convertido a las Islas en un auténtico “museo vivo” de la viticultura, donde conviven variedades casi extinguidas en otros países y cepas que han encontrado en el suelo volcánico un hábitat excepcional. En Canarias, además, la tradición se ha mantenido a través de generaciones de viticultores que continúan aplicando técnicas ancestrales de cultivo en zonas de difícil acceso, desde las laderas de La Palm

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