Pensar los límites colindantes es pensar la arquitectura política de una provincia: cómo distribuye responsabilidades, cómo organiza su espacio y cómo proyecta su desarrollo. No es un asunto técnico ni secundario; es una decisión estratégica. Río Negro dejó de ser una provincia exclusivamente frutícola o agrícola para transformarse en un territorio energético, minero, turístico, pesquero y productivo. Conviven hidrocarburos en el Alto Valle, arenas silíceas en el este, turismo en la costa y la cordillera, y potencial minero en la meseta. Nada de eso puede gestionarse sin certezas territoriales ni un orden institucional estable.

La Constitución provincial, en su artículo 227, establece un mandato claro: la Legislatura debe definir el sistema de ejidos colindantes “sobre la base de la pro

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