El fragor guerrero será la música de fondo con la que el primer ministro de Tailandia disolverá el Parlamento y convocará nuevas elecciones. La semana laboral empezó con dicha sospecha -con la frontera de Camboya nuevamente en llamas- y termina con su certeza. Anutin Charnvirakul colgó un simple mensaje en su cuenta de Facebook, pasadas las diez de la noche, sobre fondo negro: “Querría devolverle el poder al pueblo”.

Algo inmediatamente interpretada como un disolución anticipada de las Cámaras. Algo que se esperaba para finales de enero, pero que las circunstancias dramáticas a lo largo de más de 800 kilómetros de frontera -y su impacto mediático- habrían precipitados. Los medios tailandeses se preguntaban, pasada ya la medianoche, si en la versión digital de la Gaceta del Reino aparecer

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