Desde muy joven, ella entendió que sobresalir significaba asumir riesgos. Cada tarde, mientras otras chicas seguían rutinas, ella se escapaba al gimnasio de la escuela , aunque no estuviera permitido, para entrenar más horas de las que figuraban en el horario oficial. Ese espacio, silencioso y vacío, se convirtió en su refugio y en el laboratorio donde diseñó la jugadora que quería ser.
Su familia, acostumbrada a verla competir desde niña, sabía que sus ambiciones iban más allá de una actividad extracurricular . A pesar de los sacrificios necesarios -los viajes, los entrenadores, las horas sin descanso- nunca dudó de que ese camino era el suyo. El talento era evidente, pero el carácter competitivo, casi feroz, fue lo que la distinguió del resto.
Con el tiempo, se volvió imposible ig

Clarín Estados Unidos

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