UU. La acción, que llegó a la esfera pública cuando la noticia salió a la radio y a las redes, no fue un simple golpe al tráfico petrolero. Su complejidad radica en la historia que lleva la embarcación, vinculada al año pasado con el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica de Irán y Hezbolá, lo que provocó que el Departamento del Tesoro de EE. UU. la declarara objeto de sanciones.
Fue entonces cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se pronunció en un acto frente a la televisión nacional. Con un tono que no deja lugar a dudas, denunció el “secuestro” de sus tripulantes y calificó al procedimiento estadounidense de “piratería naval criminal”, señalando que se está inaugurando una nueva era de agresión en el Caribe.
Por su parte, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline L

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