La madrugada del martes en Coronel Suárez concluyó con una escena desgarradora. Dentro de la cabina de un camión, fueron hallados los cuerpos sin vida de Gustavo Suárez, de 48 años, y de su hijo Francisco, de apenas 4. El hombre, tras asesinar al menor de un disparo en la cabeza, había cometido suicidio. Este acto de violencia extrema fue el desenlace de una secuencia donde las señales de alarma fueron explícitas, pero las instancias judiciales designadas para contenerlas fallaron de manera consecutiva y definitiva.

Las alertas desoídas: dos recursos, dos rechazos

La madre del niño, miembro de la Policía local, había percibido el peligro de manera tangible. En agosto pasado, realizó una presentación ante un Juzgado de Paz de Coronel Suárez solicitando una medida de protección. Su pedido

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