Tailandia atraviesa una coyuntura de alta complejidad estratégica en la que convergen, de forma simultánea, una convocatoria electoral anticipada, un deterioro sostenido de la situación fronteriza con Camboya y . Esta superposición de presiones sitúa al país ante un escenario excepcional, en el que decisiones tomadas a corto plazo podrán tener consecuencias de alcance sobre el equilibrio militar y político del Sudeste Asiático.

La prolongación de los enfrentamientos en la frontera, que se acerca ya a la semana de duración, ha incluido intercambios de artillería, movimientos tácticos en áreas disputadas y refuerzos sucesivos en los dispositivos de seguridad. Este incremento de la actividad militar se produce en un territorio que históricamente ha sido sensible a desajustes diplomáticos

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