Donald Trump está alucinando con lo que pasa en Europa. Y lo más gordo es que los propios europeos no somos conscientes porque nadie nos lo cuenta. La censura, autocensura o lo que sea que padecen los medios de comunicación es tan pasmosa que han logrado lo que seguramente se propusieron hace años los poderosos: mantenernos en la inopia y relativamente felices por ignorancia.
Gran parte de la población renuncia a informarse y tampoco me extraña, porque la información suele ser fuente de inquietud, disgusto y malos rollos. Lo que más ‘vende’ es el miedo y de esa parte andamos bien servidos. Muchos prefieren el entretenimiento, bien a través de la telebasura o bien en las redes, donde abundan toda clase de chorradas en las que perder el tiempo.
Luego está Netflix, que se va comprando la co

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