Pocas veces en la historia nacional una enfermedad causó tantos estragos en la institucionalidad del país. La tensión entre el proceso histórico y los hombres que lo llevan adelante adquiere visos dramáticos cuando lo que está en juego es la salud de los líderes políticos. Tres veces en los ciento setenta y dos años desde la sanción de la Constitución Nacional se produjeron hechos equiparables: en poco tiempo tres presidentes influyentes murieron y alteraron el escenario político. En 1906 fallecieron Manuel Quintana, Bartolomé Mitre y Carlos Pellegrini. En 1914 se produjo la desaparición física de Roque Sáenz Peña, Julio Argentino Roca y José Félix Uriburu.

En marzo de 1942 comienza un tiempo trágico de diez meses. El 23 de ese mes moría Marcelo T. de Alvear, indiscutido líder radical.

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