Lo usamos todos los días sin pensarlo, pero pocos saben que algunos utensilios de cocina , sobre todo los más antiguos o gastados, pueden liberar partículas microscópicas que terminan en la comida. No se ven, no tienen sabor y no generan olor, pero cada vez más estudios revelan que esos fragmentos pueden irritar el sistema digestivo, alterar la microbiota o incluso acumularse en el organismo con el paso del tiempo. La exposición es silenciosa, cotidiana y, en la mayoría de los casos, totalmente inadvertida.

El problema no está en cocinar, sino en cómo envejecen los materiales. Cuando una sartén pierde su capa antiadherente, cuando un tupper presenta rayaduras o cuando una cuchara de plástico se deforma con el calor, comienzan a desprenderse pequeñas partículas que viajan directo al

See Full Page