El hogar de Ricardo Darín y Florencia Bas, ubicado en una de las zonas más tradicionales de Palermo, es una de esas construcciones porteñas que conservan el espíritu original del barrio.

La casa, levantada en 1938, mantiene intacta su impronta arquitectónica clásica, con una fachada sólida, líneas elegantes y detalles de época que se integran de manera natural con su entorno.

Tras atravesar el acceso principal, la vivienda revela una distribución que prioriza la amplitud y la luminosidad. Los ventanales son un elemento central del diseño: no solo permiten el ingreso generoso de luz natural, sino que conectan visualmente los ambientes con el jardín trasero, creando continuidad entre interior y exterior.

En la sala de estar, uno de los espacios más representativos de la casa, predomina un

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