El verano 2025 estuvo marcado por la elevada cantidad de incendios que calcinaron los bosques españoles. Con el fin del calor y el inicio de las épocas frías, las distintas Comunidades Autónomas decidieron poner fin a los contratos de los bomberos forestales, que ven cómo los aplausos y agradecimientos de los vecinos de las zonas quemadas se apagan y pasan al olvido, hasta el próximo verano.

“La gente que se quiere dedicar a esto, aparte de que es difícil llegar, tienen que aguantar unas condiciones laborales muy malas. La precariedad y la temporalidad imperan prácticamente en todo el territorio, y también que estén mal pagados, realizando a veces labores que no les competen”, señala Adrián Pastor, bombero divulgador en Nexo Emergencias.

Pastor cuenta cómo se ha recorrido casi toda España encadenando contratos temporales dentro de la profesión. Empezó en 2016 en el Servicio de Prevención y Extinción de Incendios Forestales de la Comunidad Autónoma de Extremadura (INFOEX), donde aprobó las oposiciones, pero le hicieron un contrato de solamente tres meses y medio. Después pasó por el Servicio de Extinción de Incendios Forestales de Andalucía (INFOCA), donde le hicieron un contrato de cuatro meses, pero lo rechazó al primer mes, ya que consiguió otro contrato temporal en Extremadura.

Allí enlazó contratos temporales como bombero forestal durante cuatro años. “Trabajaba en las campañas de verano, ahorraba lo que podía y después me metía a trabajar en cualquier cosa que encontrase, sobre todo hostelería”, recuerda. En 2019, aprobó las oposiciones de bombero en la Diputación de Sevilla, donde estuvo cuatro años. Ahora lleva casi tres años en la Diputación de Cáceres.

Uno de los principales problemas del operativo a nivel nacional es que no existe una estructura única de mando , como sí ocurre con la Policía Nacional o la Guardia Civil. En cuanto a los bomberos forestales, conviven 17 operativos distintos, junto con las Brigadas de Refuerzo de Incendios Forestales, que dependen del Ministerio para la Transición Ecológica, y las empresas privadas. Un entramado de cuerpos públicos y privados que hacen que la realidad de la profesión sea distinta dependiendo de la comunidad autónoma.

La precariedad de los contratos laborales

Los contratos laborales también suponen una gran preocupación para los trabajadores. De manera general -aunque con excepciones en algunas comunidades-, los bomberos forestales cuentan con un número reducido de trabajadores en invierno. Pero en verano, al necesitar más personal por el mayor riesgo de incendios, realizan contratos de entre tres y seis meses. “Solamente vas a trabajar en verano, y luego te despiden”, señala Pastor.

El bombero destaca también que se desaprovecha la formación que han recibido esos trabajadores de refuerzo temporal, a los que despiden cuando terminan su contrato , por lo que no están presente el resto del año para hacer las tareas de prevención. Y así, estas se ven reducidas porque el personal permanente aprovecha esas fechas para tomarse sus vacaciones. “Cuando tienes una familia se hace muy pesado ser bombero, porque no sabes si te llamarán o si te mandan a otro sitio y tienes que pagarte un alquiler mientras pagas la hipoteca de tu casa”.

Desde la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF), alertaron en el mes de octubre del despido de al menos 4.000 bomberos forestales . Según argumenta CSIF, estos despidos muestran la “hipocresía de las diferentes administraciones, que siguen poniendo en peligro la seguridad de los ciudadanos, la calidad medioambiental de los montes y la precariedad de los trabajadores de este ámbito, que se han dejado la piel y la vida durante este verano en la tarea de extinción de los incendios”.

“Vivo a 300 kilómetros de mi familia”

Encadenar contratos temporales es lo normal en Extremadura, donde vas ganando puntos para poder optar a una plaza fija. En esta comunidad, el modo de acceso es el concurso por oposición. “Aunque lleves 15 años, 15 veranos, si no apruebas todos los exámenes y no tienes la puntuación correspondiente no consigues hacer de esto tu profesión”, lamenta Ángel Lorenzo , bombero forestal en Andalucía, y se pregunta hasta qué punto un profesional tiene que demostrar su valía.

Al igual que muchos compañeros de profesión, Lorenzo ha tenido que mudarse de región para poder trabajar de lo que le gusta. “Ahora mismo vivo a 300 kilómetros de mi familia , por lo que mi familia ahora son solo mi mujer y mi hijo”, cuenta. En este sentido, considera que debería favorecer el trabajo de cercanía cuando eres de la zona porque, a la hora de llevar a cabo el trabajo, te sabes mover mejor, pero quien se dedica a la profesión “sabe que los primeros años va a aceptar trabajo donde los haya”.

Inviernos de desbroce y sin formación

Pese a que a finales de 2024 se aprobó la Ley Básica de Bomberos Forestales , donde se definen sus roles en la extinción de incendios, las labores de los bomberos forestales en invierno se centran principalmente en hacer prevención, que consiste en el tratamiento silvícola de los montes para prepararlos, reduciendo la carga de combustible para que en el verano tengan menos que quemar y los incendios no sean gigantescos.

Pastor señala que dentro de las competencias de los bomberos forestales está la intervención y mitigación de otras emergencias y contingencias del medio natural y rural, en apoyo al 112, pero asegura que esto no se hace. “Lo que vas a hacer es desbrozar y desbrozar, y no recibes el entrenamiento suficiente para cuando llegue el verano, con lo cual, si no has querido hacer ejercicio o cuidarte en todo el año, te ves en junio a unas intensidades cercanas a correr una maratón”, explica.

Debido a esta irregularidad temporal, el bombero señala que algunos de sus compañeros han sufrido ataques cardíacos o golpes de calor -por la falta de preparación y formación constante-. Incluso destaca la alta edad media de muchos bomberos, por lo que gente con más de 60 años está en primera línea de fuego.

La falta de formación es también una queja recurrente en Castilla y León: “La figura del bombero forestal es ‘cualquiera puede’ . Te hacen un reconocimiento médico, unas pruebas y a funcionar. No se dignifica la profesión si puede entrar cualquiera en cualquier estado”, lamenta Ángel Malanda, bombero de la Brigada Transportada del Barco de Ávila, que añade -entre risas- que dentro del cuerpo “hay gente con unos barrigones que da vergüenza verlos”, algo que pasa también en otras unidades.

Jornadas eternas en verano

Sobre los incendios en verano, Lorenzo -conductor de autobomba- señala que en Extremadura realizaba jornadas de ocho horas, ampliables a 14. “En mi trabajo solemos decir que sabes cuando entras, pero nunca cuando sales”, explica. También recuerda que en ocasiones ha llegado a la base y el camión sigue en un incendio al que acudió el turno anterior, por lo que tiene que hacer el relevo en la zona del fuego.

El bombero cuenta que este verano ha llegado a estar en tres incendios el mismo día : “En Huelva tenido simultaneidad de incendios, lo que pone a prueba todo el servicio, hasta qué punto tienes un bombero detrás de cada árbol. Hay que entender que el dimensionamiento tiene un límite. Es una prueba todos los años para los equipos, para las máquinas y para la logística”, explica. Además, señala los contratos temporales como parte del problema y dice que un profesional tiene que estar “inmerso en la emergencia y en la profesión en invierno y en verano, haya emergencia o no la haya”.

Falta de equipamiento, cascos y mascarillas

Otra de las principales preocupaciones de los bomberos forestales es la falta de equipamiento . “Ahora mismo tenemos clarísimo que el humo es cancerígeno, que el hollín es cancerígeno”, destaca Lorenzo, que ha trabajado conduciendo camiones con más de 20 años de uso, con infinidad de incendios. “El pestazo constante lo inhalas, lo puedes absorber por la piel y desarrollar cáncer”, explica.

El bombero cuenta también que cuenta con tres equipos de protección individual , pero si tiene jornadas de siete días consecutivos y la normativa interna dice que se deben descontaminar por una empresa, se quedaría sin equipos de protección. “Tengo un EPI que tienen que venir a buscarlo y hasta dentro de dos o tres semanas no aparece”, lamenta, añadiendo que los materiales de estos equipos son baratos, poco ergonómicos, pero se los entregan porque cumplen la normativa.

También subraya los problemas al trabajar de noche : “La linterna que te dan te descoloca el casco, porque te lo pones en un lateral. Además, hablamos de un casco que pesa 700 gramos, que usas durante horas y acabas harto”. Añade que tampoco hay mascarillas suficientes y que les dan mascarillas P3 en lugar de máscaras de carbono activado.

En el caso de Castilla y León, Malanda cuenta que el equipamiento se compra en grandes cantidades: “Van a por lo más barato, lo deben comprar al peso”. Asegura que a ellos les lavan la ropa desde hace varios años, pero que “hay un real decreto que decía que nos la tenían que lavar desde el año 97. Se han ahorrado 27 años de lavandería ”. El bombero explica que cuentan con una lavandería en el pueblo, donde llevan y retiran sus equipos ellos mismos. Aunque, para los trabajadores de la capital, la empresa que realiza las limpiezas puede tardar meses en devolver los monos de trabajo.

“Hay algo que no se está haciendo en casi ningún sitio y que es de obligado cumplimiento. Tiene que haber una zona de contaminado y otra zona de líquido. No puede ser que en mi misma taquilla meta la ropa de incendios, mi ropa personal y la de hacer deporte. Pues aquí no tenemos más que una única taquilla por persona”, lamenta Malanda.

Sueldos bajos pese a la peligrosidad del trabajo

No solo los contratos temporales son un lastre para la profesionalización de los bomberos forestales, también sus salarios. “Los sueldos, para lo que nos exponemos, sobre todo en verano, son una tristeza”, lamenta Malanda. El bombero cuenta que en Castilla y León, según el convenio que mantiene con la empresa pública Tragsa, tienen un plus de peligrosidad de 1,69 euros la hora , que obtienen por trabajar a 1.400 metros de altitud, subir a un helicóptero o ir a un incendio.

“Si yo un día normal hago ocho horas y estoy en la base, gano 50 euros. Ese día en el monte, a más de 1.400 metros de altura en preventivos, o yendo en helicóptero a un incendio voy a cobrar 63 euros”, ejemplifica. Malanda añade que “por 12 euros más” prefiere quedarse en la base . Además, explica que, por la cantidad de horas, en verano se suele cobrar algo más que en invierno, a lo que se le suma el plus de nocturnidad para los días que les toca trabajar pasadas las 22:00 horas.

Una opinión similar mantiene Ángel Lorenzo, que cuenta que como conductor de coche bomba en Andalucía cobra 1.400 euros al mes, pero tiene que “ meterse en incendios con la responsabilidad de conducir un vehículo de 15.500 toneladas”. Además, recuerda que este verano han muerto dos conductores en los incendios (en Portugal y Castilla y León). “Me podría haber pasado a mí, ¿hasta qué punto está pagado? Hay épocas en las que te renta, pero 1.500 al mes por meterte donde te metes, no está pagado ni valorado ”.