El Velódromo Olímpico de la Ciudad de México fue el escenario de The Rasmus , para un fandom que antes de finalizar el año quiso revivir la nostalgia del rock gótico . A las 21:30 horas, como parte de su gira Weirdo Tour , la banda finlandesa regresó a la capital después de dos años de ausencia para reencontrarse con un público que creció, cambió y maduró junto a sus canciones , pero que nunca dejó de sentirse identificado con su oscuridad melódica.

Aunque meses atrás habían visitado la ciudad para promocionar su nuevo disco, paseando por Antara, tomándose fotos como cualquier turista y hasta grabando con un organillero, esta vez el regreso fue distinto: más íntimo, más emocional. El escenario, más pequeño de lo habitual, ayudó a crear esa sensación de cercanía que pocas b

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