Más que como un jarro de agua fría, el caso de Toni González ha sido para el PSPV uno de esos cubos de agua helada que despierta de golpe a quien lo recibe. El conocimiento de dos denuncias que afectan a un dirigente con cierto peso orgánico ha sacado del letargo a la federación valenciana que hasta entonces había visto la crisis en el seno del PSOE por las denuncias de acoso sexual (y la sensación de inacción ante ellas) con evidente contención, perfil bajo y sin ningún tipo de crítica hacia la gestión de Ferraz.
Con las miradas encima, la dirección autonómica del partido ha enmendado por la vía de los hechos cualquier sensación de arrastrar los pies o de titubeo ante un alcalde veterano con cargo en la estructura valenciana y líder de unas de las agrupaciones más pobladas. González ha

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