Durante años, Cristóbal Montoro fue uno de los hombres más poderosos del Gobierno. Ministro de Hacienda con Aznar y, más tarde, pieza clave del Ejecutivo de Rajoy, su figura se hizo omnipresente en los momentos más duros de la crisis. Aparecía, sonreía y detrás de cada sonrisa, venía un recorte . Le vimos reírse mucho. Muchísimo.
Lo que entonces no sabíamos —y que ahora empieza a salir a la luz— es que tras esa imagen de gestor implacable, podría esconderse algo mucho más grave: un presunto abuso de poder de proporciones enormes.
Porque Montoro no solo manejaba los números. Presuntamente, habría usado datos fiscales confidenciales para amedrentar, presionar e incluso castigar a quienes le resultaban incómodos: rivales políticos, medios de comunicación, personalidades públicas