Del “tenemos que hablar” al “no nos faltes al respeto”. Entre una frase y otra –la primera de Oriol Junqueras y la segunda de Pablo Iglesias– ha transcurrido casi una década. Ambas son un fidedigno síntoma del trascurso de una relación de vaivenes y tensiones entre una formación como Podemos, que abraza un Estado plurinacional, y el eje independentista.

Pese a poder simpatizar con Esquerra y Junts en la causa de la desjudicialización de la política catalana y la autodeterminación, la nueva estrategia de Podemos de distanciamiento con el Gobierno y de enmendar los acuerdos de este con los grupos independentistas ha acrecentado su enfrentamiento con ellos.

En la senda de interlocución con el soberanismo, los morados siempre han priorizado a ERC. De hecho, cuando estaban dentro del espacio

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