Pedro Sánchez y Salvador Illa han forjado una alianza de hierro, política y personal, en la adversidad. Una entente blindada en las más duras crisis que ninguno pensó nunca que tendría que gestionar... y sin sucumbir en el intento.
La idéntica pulsera roja que ambos lucen en su muñeca derecha –cuyo origen no desvelan, escudándose en su privacidad– es el mejor símbolo de esta estrecha conexión que les lleva a compartir vacaciones en Lanzarote y salidas a correr cuando coinciden sus agendas. A las duras y las maduras, Illa es hoy, junto a José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los principales apoyos, político pero también anímico, del presidente del Gobierno.
Hasta el punto de que algunos le ven incluso como su sucesor natural –pese a liderar otro partido, el PSC, hermano pero jurídicamente