San Juan, 31 jul (EFE).- Los frecuentes apagones que ocurren en Puerto Rico han exacerbado problemas mentales como la ansiedad o la depresión, principalmente entre los enfermos que dependen de la electricidad para subsistir y sus cuidadores, entre los que aumenta aún más la preocupación en plena temporada de huracanes.
“A mí me afecta un montón, yo me pongo grave, me pongo bien mala. El ruido de la planta, el calor… Me sube la presión que me quiero morir”, relata a EFE apesadumbrada Nilda Rivera, de 60 años, sobre el infierno que vive cada vez que se va la luz y tiene que encender una planta eléctrica de la que depende la vida de su madre.
Desde Mayagüez, su pueblo natal, ubicado en el oeste de Puerto Rico, confiesa que su familia atraviesa una situación límite que merma su salud mental