Cada varapalo en los tribunales que sufren los planes europeos para avanzar en los centros de deportaciones de migrantes es celebrado en el Ministerio del Interior que dirige Fernando Grande-Marlaska, quien cada vez está más solo entre sus homólogos comunitarios en su firme oposición a la apertura de campos de internamiento en países fuera de la Unión Europea para enviar a los migrantes a los que se les rechaza la solicitud de protección internacional. Ante la última sentencia del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), conocida el viernes, que paraliza el modelo migratorio estrella de Giorgia Melonia –con centros construidos en Albania para encerrar a inmigrantes antes de que lleguen a Italia–, Interior aboga por dejar a un lado este tipo de “soluciones innovadoras”.

El endurecimiento de l

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