Las advertencias eran imposibles de ignorar. Durante más de un año, varios grupos armados en el norte de Colombia habían distribuido volantes anunciando campañas militares contra integrantes de la comunidad LGBTQ.
“Todos serán objetivos militares. No respetaremos edades. Ya hemos avanzado en labores de inteligencia y muchos han sido identificados”, advertía un volante en la región costera de La Guajira, fechado en marzo de 2024, que incluía una lista de personas específicas a matar. También advertía de un ataque más amplio contra “las depravaciones sexuales en la región: homosexuales, lesbianas, violadores, trans”.
No eran amenazas vacías. Incluso en medio del baño de sangre de la guerra civil de décadas en Colombia, el asesinato reiterado de personas LGBTQ destacaba por su brutalidad ca