Crecer o no crecer
México suma casi tres décadas pagando el precio de un crecimiento económico demasiado bajo. Y esa factura se siente en la economía real. El ingreso promedio por persona —PIB per cápita— lleva años estancado. Este es uno de los termómetros más confiables para medir el progreso de un país.
Corría el año 2000 cuando el Banco Mundial colocaba a México con un PIB per cápita mayor al promedio mundial: 9,582 dólares, contra 7,871 —dólares constantes de 2015—. Una buena ventaja. Ahí la llevábamos.
Cuatro sexenios después —con tres partidos políticos y tres ideologías desfilando en la presidencia—, el promedio global subió a 11,876 dólares en 2024, y México se quedó en 10,313. Mientras el mundo mejoraba su nivel de vida, nosotros nos rezagábamos.
Lo más alarmante —lo digo así