En el mundo empresarial hay dos tipos de historias: las que se cuentan cuando todo está empezando, las de las maravillas, y las que se narran diez años después, cuando lo que queda es la única razón para continuar. Esta es de las segundas. ¿Poco comunes? Por ejemplo, alrededor del 90% de las startups no sobreviven a largo plazo.
La narrativa habitual celebra al unicornio, al "éxito en cinco años", al que escala sin mirar atrás. Pero hay otra cara: la del negocio que no desaparece ni se dispara. Que simplemente resiste.
La historia de la productora creativa Quan Studios se remonta al 2009 y es un buen ejemplo. Sin inversores ni incubadoras, surgió de la intuición de dos amigos: uno ingeniero industrial, el otro experto en postproducción. Detectaron una "necesidad poco atendida en el m