El gobierno de Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, ha incrementado a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca al arresto del dictador venezolano Nicolás Maduro. Esta decisión fue anunciada el 7 de agosto y se basa en acusaciones de que Maduro colabora con organizaciones de narcotráfico y ha "estrangulado la democracia" en Venezuela. La fiscal general Pam Bondi afirmó en un video en la red social X que Maduro es "uno de los narcotraficantes más grandes del mundo y una amenaza para nuestra seguridad nacional".

La reacción no se hizo esperar. Erik Prince, exmilitar estadounidense y fundador de la controvertida empresa de seguridad Blackwater, expresó a través de sus redes sociales que Maduro "debería ser vivo o muerto". Esta declaración ha generado un intenso debate en las plataformas digitales, especialmente recordando que en 2019, Prince había propuesto enviar hasta 5.000 mercenarios a Venezuela para derrocar a Maduro, comenzando con operaciones de recolección de inteligencia que podrían escalar a combates.

En septiembre de 2024, Prince se asoció con la iniciativa "Ya Casi Venezuela", que prometía ser un motor para el cambio de régimen en el país. Esta campaña incluyó una cuenta regresiva y recaudó más de un millón de dólares, además de mensajes directos de Prince instando a los venezolanos a "votar con sus dólares".

Washington justifica el aumento de la recompensa al señalar que la DEA ha incautado 30 toneladas de cocaína vinculadas a Maduro y sus socios, así como casi siete toneladas directamente relacionadas con el propio líder venezolano. Además, se han confiscado más de 700 millones de dólares en activos asociados a Maduro, que incluyen dos jets privados y nueve vehículos. Bondi subrayó que la cocaína a menudo se mezcla con fentanilo, un opioide sintético que ha causado estragos en Estados Unidos. "Bajo el liderazgo del presidente Trump, Maduro no escapará de la justicia y responderá por sus atroces crímenes", insistió.

Por su parte, el gobierno de Maduro ha calificado esta acción como una "operación de propaganda política". El canciller venezolano rechazó la recompensa, afirmando que "su show es un chiste, una desesperada distracción de sus propias miserias. La dignidad de nuestra patria no está en venta". La tensión entre ambos gobiernos continúa en aumento, mientras la situación en Venezuela sigue siendo un tema de preocupación internacional.